viernes, 23 de marzo de 2007

El olvido del ciclo: La gran estrategia del Yo que aún no nacía


...En el ciclo, todos los círculos nacen y terminan su trazado. Pero en el olvido no existen círculos ni nacimientos, sólo existe la sombra de la inconsciencia, la pérdida total de los sentidos.

Habiendo el humano comprendido el funcionamiento algunos elementos del mundo que lo rodeaba, comenzó a desarrollar sus habilidades. Notó que podía encontrar mejor manera de hacer sus tareas y cumplir sus necesidades; descubrió la existencia de herramientas que lo ayudaron su cometido. El humano, que en ese entonces se comunicaba con su entorno, se valió de esta naturaleza para crear vida: Descubrió la presencia del ciclo en otros seres que compartían su ecosistema: De las plantas y de los animales se valió, y encontró formas de manipularlos para su bien. Sembró y cosechó, crió y se alimentó. Y así, de la mano de la naturaleza, se multiplicó y pobló el planeta entero, utilizando su conocimiento para adaptarse a las condiciones que el planeta les ofrecía.

Poco a poco, notó el humano que tenía capacidad para sistematizar su conocimiento, y por ende, también las formas de manipular el ciclo. Debía experimentar, debía conocer los límites de su conocimiento y su aprendizaje. Entonces notó que la naturaleza era un gran campo de experimentación, y pese a saber que no tenía necesidad de hacerlo, ya que sus necesidades estaban cubiertas por completo, se dejó llevar por una extraña voz, que lo instaba insistentemente, lo alentaba a seguir su cometido. Quiso llegar más lejos, quiso conocer el límite, quiso poder y el poder era esa voz; quiso poder más que cualquier otra cosa del mundo. La voz se hizo clara. Fue la primera grieta de una gran herida.

Siguió el humano en su afán, continúo saciando la sed irrefrenable de poder, y a medida que esta avanzaba, crecía el olvido. Avanzó en su manipulación, y junto con esto obtuvo más poder. Así, el espacio comenzó a llenarse de ideas y conceptos; ideas que apoyaran sus planes de crecimiento, y conceptos que sostuvieran su creación, que pudieran darle “forma humana” a este poder tan apreciado. Sin quererlo, este fue el nuevo gran proyecto del humano.

El ciclo se alejaba poco a poco de la vida del ser, y para el humano, ya no servía como anclaje en la vida, era sólo un agregado, una variable dentro de muchas. Esta fue la conclusión del humano: Nada que pudiese controlarse podría ser pilar fundamental de la vida, siempre lo sería algo incomprensible, así el límite sería infinito.

Hubo cambios en la vida del humano. Como se buscaba algo más firme, se comenzó a trazar otra serie de lineamientos, donde la búsqueda del poder fue el eje fundamental del nuevo proyecto. En su nuevo ascenso, esta fuerza creciente hizo sentir su presencia en la vida de la mujer y el hombre, y entregó una nueva predilección, tan embriagadora como la más fuerte hidromiel: descubrió el humano la dominación, la jerarquía. Porque había dominado a la naturaleza, el humano se ubicó en lo más alto de su nuevo invento, más cerca de Dios; tan cerca que pretendió serlo.

El ciclo, siempre paciente y sabio, vio que el humano estaba ya muy lejos, perdido en los linderos de su importancia: fue entonces cuando envió constantes recordatorios a través de muchos mensajeros para que el ser volviera a acordar, retornar y sentir la presencia de la armonía cósmica. Pese a las muchas advertencias, el humano que estaba ya muy avanzado en su amnesia, hizo que su delirio de grandeza lo llevara a considerar los recordatorios del ciclo como desafíos para probar y aumentar su poder, lo llevó a destruir. La herida comenzaba a sangrar profusamente.

Luego de un tiempo, el humano logró concretar su ansiado proyecto: El poder logró tomar forma y personalidad; fueron estos, los albores del diálogo interior, momentos donde el poder se hizo igual en categoría al humano. Sin embargo, ambos ansiaban más. El poder, que aprendió a pensar como humano, fue astuto y generoso en su deseo: le hizo muchos regalos al hombre y a la mujer para complacerlos, les dio victoria, y con esto, hambre de más. Debía el poder evolucionar más aún. Así, logró su primer gran triunfo: hacer sentir importante al humano, darle valor a sus logros, que a esa altura ya eran muy eran considerables, logró inyectar la droga. El humano por su parte, continuó alimentando al poder con los mismos logros que el poder le mostraba. La relación seguía siendo exitosa.

El humano ya adicto sintió dependencia, sintió que nada era suficiente y comenzó a protestar. Comenzaba así el distanciamiento y la batalla. Necesitó el poder de artilugios para dormir al humano, y así, trabajar tranquilamente en su plan. Por su parte, también el humano buscó su métodos de engaño. Fue entonces la época de las pruebas. Una tras otra, enemigo tras otro, el humano y el poder se desafiaban y se vencían. Pasaron los ciclos sin que los enemigos lo notaran; y así fue, en un instante vacío e inconsciente, cuando llegó quien acertó un golpe de gracia: El poder, que sabía con certeza que la ira, el odio y la venganza estaban enterrados como una gran espina en la vida humana, esperó pacientemente que el hombre y la mujer durmieran. Llegado el momento, con sigilo ubicó un espejo frente a su vista y esperó lo inevitable.

La sangre que estaba derramada en el piso, hizo que el olvido llenara todo el espacio del ser.

viernes, 16 de marzo de 2007

Una esperanza de transformación


En algún lugar de nuestra existencia alguien llama humilde y tenuemente a nuestra puerta.

-Estoy muy ocupado, le respondo. Ven más tarde.
Ni siquiera levanto la mirada para ver quien es. Estoy cegado, mis sentidos están dormidos, algo está pasando conmigo, algo me pasa. Algo me tiene atado, pero no puedo verlo.

Nuevamente se escuchan los llamados.

-¿Quién será ahora?, ¿Acaso no se da cuenta de que mi tiempo es muy importante?.
Me siento irritado, molesto, confundido. Siento que mi vida es arrastrada por una corriente; me lleva de un lado a otro, me estira, me hunde y me deja en soledad. Mis emociones se tornan difusas: en algunos momentos siento profundo desagrado por la vida, por quienes me rodean, por el mundo en que me tocó estar. En estos momentos siento desagrado porque me interrumpen, pero también siento algo distinto en esta irrupción. Tiene algo que me atrae, algo nuevo. Siento curiosidad por saber quién está detrás de la puerta, sin embargo, esta se apaga rápidamente en un habitual arranque de impaciencia.

Sin embargo, la puerta no deja de sonar.

-!Necesito estar tranquilo!, !No moleste!. ¡No tengo tiempo!.
He intentado perseguir al tiempo, he buscado la forma de hallarlo y poder descansar. Mi vida ha sido una incansable búsqueda: busco un espacio de tranquilidad, un instante donde sentirme despierto y vivo. Quisiera reencontrar mis sentidos y saber que respiro cuando respiro, que oigo cuando oigo y también que veo cuando veo. Estoy triste porque no lo puedo encontrar. Cada vez que llego a un lugar preguntando por el tiempo, llegan hacia mí las mismas respuestas: Ya se ha ido, No está aquí, Has llegado tarde.


El ciclo vital

Hoy, la humanidad se encuentra ocupada, atrapada y encadenada en su propio invento: El tiempo.

Sabemos con certeza inmaterial, que en el origen de la humanidad, el tiempo no existía como tal: era sólo parte del éter que esperaba por hacerse tangible en el transcurrir de la historia. El tiempo no existía, por lo menos, no existía ni como idea ni como concepto. Era el espacio un misterio por conocer, y también el vacío, un principio de libertad. Era entonces cuando el ser humano disponía de su existencia en forma totalmente instintiva, obraba y actuaba según verdadera necesidad. Alimentarse, reproducirse y cobijarse, eran parte del itinerario de la vida humana, y el humano vivía en comunión con la naturaleza, y el humano era la naturaleza. En aquel presente, el arcano ciclo planetario de la tierra, dictaba ordenanza respecto a la naturaleza orgánica e inorgánica de su ser, y este orden, sabio y armónico, hacía que la vida también lo fuera. De esta forma, como el humano también era ala de la naturaleza, gozaba de la misma armonía. Vivía el humano pleno, porque la necesidad tampoco existía, la necesidad era vivir, la vida era siempre presente; era el humano música y viento, era sus sentidos y su respiro, su vida y también su muerte; era el ciclo, y en el ciclo no hay necesidad, porque en el ciclo, todos los círculos nacen y terminan su trazado.

Es sabiduría del ciclo la naturaleza.
Es naturaleza de la sabiduría el ciclo.
Es ciclo de la naturaleza la sabiduría.
Es sabiduría de la naturaleza el ciclo.
Es naturaleza del ciclo la sabiduría.
Es ciclo de la sabiduría la naturaleza.