viernes, 16 de marzo de 2007

Una esperanza de transformación


En algún lugar de nuestra existencia alguien llama humilde y tenuemente a nuestra puerta.

-Estoy muy ocupado, le respondo. Ven más tarde.
Ni siquiera levanto la mirada para ver quien es. Estoy cegado, mis sentidos están dormidos, algo está pasando conmigo, algo me pasa. Algo me tiene atado, pero no puedo verlo.

Nuevamente se escuchan los llamados.

-¿Quién será ahora?, ¿Acaso no se da cuenta de que mi tiempo es muy importante?.
Me siento irritado, molesto, confundido. Siento que mi vida es arrastrada por una corriente; me lleva de un lado a otro, me estira, me hunde y me deja en soledad. Mis emociones se tornan difusas: en algunos momentos siento profundo desagrado por la vida, por quienes me rodean, por el mundo en que me tocó estar. En estos momentos siento desagrado porque me interrumpen, pero también siento algo distinto en esta irrupción. Tiene algo que me atrae, algo nuevo. Siento curiosidad por saber quién está detrás de la puerta, sin embargo, esta se apaga rápidamente en un habitual arranque de impaciencia.

Sin embargo, la puerta no deja de sonar.

-!Necesito estar tranquilo!, !No moleste!. ¡No tengo tiempo!.
He intentado perseguir al tiempo, he buscado la forma de hallarlo y poder descansar. Mi vida ha sido una incansable búsqueda: busco un espacio de tranquilidad, un instante donde sentirme despierto y vivo. Quisiera reencontrar mis sentidos y saber que respiro cuando respiro, que oigo cuando oigo y también que veo cuando veo. Estoy triste porque no lo puedo encontrar. Cada vez que llego a un lugar preguntando por el tiempo, llegan hacia mí las mismas respuestas: Ya se ha ido, No está aquí, Has llegado tarde.


El ciclo vital

Hoy, la humanidad se encuentra ocupada, atrapada y encadenada en su propio invento: El tiempo.

Sabemos con certeza inmaterial, que en el origen de la humanidad, el tiempo no existía como tal: era sólo parte del éter que esperaba por hacerse tangible en el transcurrir de la historia. El tiempo no existía, por lo menos, no existía ni como idea ni como concepto. Era el espacio un misterio por conocer, y también el vacío, un principio de libertad. Era entonces cuando el ser humano disponía de su existencia en forma totalmente instintiva, obraba y actuaba según verdadera necesidad. Alimentarse, reproducirse y cobijarse, eran parte del itinerario de la vida humana, y el humano vivía en comunión con la naturaleza, y el humano era la naturaleza. En aquel presente, el arcano ciclo planetario de la tierra, dictaba ordenanza respecto a la naturaleza orgánica e inorgánica de su ser, y este orden, sabio y armónico, hacía que la vida también lo fuera. De esta forma, como el humano también era ala de la naturaleza, gozaba de la misma armonía. Vivía el humano pleno, porque la necesidad tampoco existía, la necesidad era vivir, la vida era siempre presente; era el humano música y viento, era sus sentidos y su respiro, su vida y también su muerte; era el ciclo, y en el ciclo no hay necesidad, porque en el ciclo, todos los círculos nacen y terminan su trazado.

Es sabiduría del ciclo la naturaleza.
Es naturaleza de la sabiduría el ciclo.
Es ciclo de la naturaleza la sabiduría.
Es sabiduría de la naturaleza el ciclo.
Es naturaleza del ciclo la sabiduría.
Es ciclo de la sabiduría la naturaleza.

5 comentarios:

Gloria dijo...

Perderse en los relojes, los habitos, las rutinas, olvidando la totalidad del instante, sentir la brisa, disfrutar la espuma. Como nos encerramos en una torre imaginaria... Y sin embargo, la magia siempre nos rescata, nos recuerda la esencia, la percepcion se ilumina... Gracias por rescatarme esta manhana de Sabado. Un abrazo.

Angeles dijo...

Qué es el tiempo mas que la medida de las distancias? Sin embargo estamos condenados a su yugo invisible. Una trampa mortífera que nos hemos inventado.

Abrazos!

Milena dijo...

Hola elu... sincronica nueva amiga....
me encanta tu blog y este post es para mi vital en este momento, donde me estoy replanteando TODO en mi vida...
seguimos en la busqueda, un abrazo, milena

María Elisa Quiaro dijo...

la libetad es una elección y una lucha por que el día a día nos ata de manos y pies, sin embargo no debemos olvidar que nos quedan las alas y la sabiduria. un abrazo

Mónica Sabbatiello dijo...

Algo sigue en el ciclo, y algo no.
La red se teje, aunque se ría el tejedor.
Ya. Ya. Ya. Ya.