domingo, 30 de diciembre de 2007
Naturaleza de las heridas y cicatrices
lunes, 24 de diciembre de 2007
Ilusión del tiempo
No hay truco detrás de la ilusión, el único truco es la posibilidad de toda posibilidad, es concebir la desaparición del mecanismo que hace del tiempo un regidor de las percepciones, concebir al tiempo como un cuerpo sin atributo alguno, al igual que tu propio cuerpo, vasija de luz.
Detener al tiempo, quebrar el mito de la limitación, valerse de la imaginación para hermanarse del ahora, que al momento de vestirse de claridad, emana los edificios que tu voluntad es capaz de construir.
domingo, 9 de diciembre de 2007
Palabras e ilusiones
Desde la forma en que hemos sido domesticados, socializados, culturizados o cualquier hado, las palabras nos han sido entregadas dentro de un paquete, inmersas dentro de un inventario que con anterioridad ha asignado valores y cargas a cada una de ellas; las palabras y sus respectivos significantes y significados pareciesen estar pegadas a nosotros como parte de la piel, como parte de un mecanismo que vigila nuestras experiencias y nuestra forma de entender la vida. Así las conocimos en este mundo, finitas y estructuradas, ligadas a deberes y obligaciones extrañas sin cuerpo ni conciencia, un laberinto sin salida que hace más grande la escisión entre la una y la otra realidad. Así se nos fueron entregadas en esclavitud, y así muchos de nosotros las conocemos aún y nos debatimos rompiéndonos una y otra vez, intentando sacarlas una por una de su letargo, o tal vez todas de una vez para encontrar un verdadero significado, un camino hacia ninguna parte que tenga puesto un corazón impersonal. Asimismo nos vemos aquí, discutiendo para desnudarnos de pieles antiguas, limpiar vínculos olvidados o simplemente descubrir señales que nos indiquen nuevos derroteros donde llevar nuestras soledades y anhelos.
Fuimos arrojados al mundo en un doblez de palabras sordas y robotizadas, de vidas muertas que creen con frecuencia en la inevitabilidad de la condición en la que vivimos. Mientras dormimos creemos que ser sordos y ciegos es normal, lo que debe ser. Vivimos como fantasmas y por esto aceptamos este inventario sin cuestionamientos ni quejas, no leemos cláusulas ni letras pequeñas en el contrato, alguien parece ya haber firmado por nosotros; aún no sabemos lo que aún estamos aceptando, por eso usamos las palabras por usarlas porque creemos que así se debe hacer, así debieran entenderse. No queremos saber de nada más, creemos lo que queremos creer, aunque estas creencias no hagan más que encadenarnos a nuestra propia imagen.
Muchas veces nos creemos dueños de lo que decimos y lo que callamos, lo creemos porque el inventario ha impuesto un extraño instinto de propiedad, por esto que con frecuencia nos sentimos molestos cuando alguien no está de acuerdo con lo que estamos sintiendo, creemos a los demás egoístas e intolerantes. Pero si nos sumergimos en un posible sentido del enojo, tal vez podríamos descubrir que el instinto de propiedad es sólo información del inventario, información de una mente foránea que se instala para encubrir una verdad ¿Por qué deberíamos molestarnos si nuestro sentir es tan real como decimos que es? ¿Por qué debiésemos necesitar de las reafirmaciones para confirmar la veracidad de lo que sentimos? Entonces callamos, respiramos en silencio y caemos en otra posibilidad, al parecer, algo se nos esconde. Caemos y nos preguntamos:
¿Quién es en verdad quien está sintiendo?
-yo.
¿Quién es yo?
-mi pensamiento, mis sentimientos.
¿Quién es mí? ¿Será acaso la propiedad?
- No se de lo que hablas.
¿De dónde nacen tus pensamientos?
-Obvio, de mí.
¿Quién es mí?
-Yo. Se siente extraño lo que dices.
¿Quién se siente así?
-Yo me siento así
¿Quién es yo, quién es mi, quien es me… cuantas personas distintas hay?
-…
La verdad es que no somos dueños de nada, nunca lo hemos sido, y cada vez que seguimos el juego de la propiedad, insuflamos la creencia del condicionamiento, seguimos hundiéndonos en el doblez que nos ofrece una vida sentada en un sillón, que nos pone en la mano la “ley del inventario” que justifica y tiene una respuesta preconcebida para cada cosa que nos sucede. Y así continúa el andar de las proyecciones fantasmagóricas que viven su semi-vida alimentando la creencia de que merecemos respeto y somos dignos de compasión. Nada, esta es la instancia perfecta que aprovecha el volador para enterrar su bombilla succionadora y dar fortaleza a la prisión a través de nuestra propia entrega. Así, el olvido carcome segundo a segundo el propósito original que vive en la parte de nosotros que es capaz de la proeza, del descubrir el porqué fue invocada la palabra original, así el olvido nos hace creer que estamos lidiando pero sólo continuamos sentados pensando en cómo despertar.
Si miramos el mundo de los objetos sin propósito alguno, este nunca pasará de ser un mirar carente de sentido, masa que continúa amoldándose a los valores que el mismo inventario invita a seguir, que continúa alimentando los vacíos con los conocidos disfraces que tiene la autocompasión. Quizás, desde un otro ver, el desasosiego y el malestar dejen de propósitos en sí mismo para transformarse en regalos de poder ofrecidos al guerrero para renunciar a la finitud de la palabra y darle un golpe que lo empuje a barrer con su inventario y descubrir por si mismo un propósito que lo lleve a viajar por la vastedad.
Si caemos en la tolerancia autocompasiva nos dormimos todos, y ahora, sólo tenemos tiempo para la libertad.
sábado, 24 de noviembre de 2007
Juicios
Tal vez ahí la trampa del inquisidor, la dirección congelante e inanimada a la que insistentemente invita para dormir en un lugar supuestamente seguro, haciendo creer que libertad es tener posibilidad de hacerse propietarios de algo, y hacer lo que dé la gana con eso, aunque este algo sea sólo una imagen. -No importa, la referencia del mundo dice que debemos ser algo, tener algo, sino no somos.Es desde ahí, desde la adictiva necesidad de referenciarnos a algún elemento del mundo para justificar la realidad, es que los juicios hacen esclavos a quienes los emiten; desde ahí el condicionamiento sociocultural carcome y enajena las acciones, en la invisible necesidad de que nos reconozcan, reconozcan nuestros actos y le otorguen veracidad; sólo desde ahí creemos caminar, desde una referencia que se referencia a si misma, en otras palabras en mordernos la cola unos a otros. Por eso el absurdo del empoderamiento del juicio, porque genera la ilusión de que podemos caminar aferrados a pasos ajenos, de que podemos ser libres solo con enunciarnos como referencias de otros caminos.
Nos guste o no, el camino siempre es solo.
Apoderarnos de las ideas sólo conduce a cooptar las infinitas posibilidades que estas nos ofrecen, asimismo una idea de juicio coopta la decisión para encadenarnos a una imagen moral creada por el propio condicionamiento, imagen a la que le entregamos el poder de decidir qué está bien y qué está mal para nosotros. Por eso también recreamos una imagen de juicio como justificación para evitar el salto, porque aún creemos al carcelero de las decisiones que muestra en una pantalla la imagen que nos muestra las posibilidades acerca de cómo es el mar, qué profundidad y temperatura tiene, qué colores y qué matices lo circundan, qué sonidos y olores pueden percibirse en él. El mundo es víctima de Ilusiones, sólo ilusiones para mantener el verdadero cuerpo dormido.
Las ideas adquieren poder mientras más impersonales pueden éstas experimentarse.
Sin embargo, el juicio, sin una idea preconcebida de tal, de por sí es una posibilidad, un concepto vacío en un espacio negro (o en blanco), nada más que eso (o todo eso); he ahí el lugar de la decisión, el propósito y la línea del viaje con el cual se involucra el guerrero. Como cualquier elemento del inventario que puede ser herramienta o veneno, el juicio tiene la potencialidad de ser transformado en acto conciente, en un desatino conducido por el corazón: Tomarlo, deshacerlo, vestirlo de peluca y traje espacial, ponerle pepas de zapallo por ojos, escribir libros y comentarios picantes, comérselos con chunchules y llevarlos a pasear a caballo con una guitarra pueden ser siempre lo mismo, pueden ser los ojos abiertos que ven en sus manos la posibilidad de la libertad ilimitada.
Sólo somos nosotros cuando renunciamos a la identidad del impostor, cuando dejamos el valor de propiedad de ser yo para ser otros, es ahí que nos convertimos en propósito; somos simplemente nosotros equivocándonos, cayendo y encontrándonos, el resto sólo ilusión, una imagen y un juicio preconcebido acerca de cómo se debe andar por el camino.
El infinito nunca es la imagen, nunca es el sucedáneo de la visión ajena, siempre es la acción pura y transparente del ahora, de enfrentarse desnudo a lo desconocido, y por qué no, verlo con ojos de planeta y enfrentarnos a todo lo impersonalmente concebible.
domingo, 18 de noviembre de 2007
Podemos no elegir de la baraja
Cuando por miedo somos incapaces de enfrentarnos a nuestra propia miseria, es cuando aceptamos sin querer el mandato, la orden que nos invita a descansar placidamente frente a la pantalla porque ya han tomado la decisión por nosotros, porque hemos aceptado que nuestra historia ya está escrita y lo único que debemos hacer es continuar durmiendo porque "la vida es así". Parece que ya estamos convencidos que sólo podemos buscar una carta de la baraja que se nos ofrece, una referencia para anclarnos al mundo.
¿Y si en lugar de una carta tomamos un sombrero, un precipicio, o tal vez una bañera?
Porque no creemos que en verdad podamos tomar lo que en queramos tomar es que nos escupen la enfermedad y la prohibición, es por eso que las aceptamos como realidad, aunque esta haya sido arbitrariamente impuesta. Por eso nos babeamos día a día por la medicina que nos ofrecen y venden, aunque sepamos en el corazón que está lejos de ser la verdadera cura; la aceptamos para conformarnos y así evitar la bochornosa experiencia de vernos como somos en realidad.
Sin embargo aun estamos aquí, estamos para dar vida a lo imposible, estamos para averiguarlo. Sólo debemos elegirlo.
domingo, 11 de noviembre de 2007
Los días son todas las líneas que alcanzamos
domingo, 28 de octubre de 2007
El juego del inquisidor
Creemos sólo lo que queremos creer, y cada vez que nos enfrentamos a una decisión, creemos que estamos eligiendo en libertad, pero en realidad quien elige no somos nosotros, sino el condicionamiento que aún decidimos aceptar. Pretender ser es en verdad el acto de encadenarnos, de atarnos unos a otros el cuerpo para no dejar escapar nada que esté fuera, nada que esté dentro. Pretender ser es convertirnos en los mercenarios del olvido que simulan barrer las hojas que aún no han caído y cortar el pasto que jamás se ha sembrado. Las hojas están esparcidas, pero no en ese lugar; el pasto esta crecido pero no en ese lugar. Por eso el andar de planeta en planeta.
Encontrar nuestra totalidad es nadar bajo un manto oscuro susurrándonos unos a otros que la misión de nada es convertirse en el escapista de la eterna ilusión de la realidad. Dejar de pretender y de pretendernos, encontrarnos en el vacío para sólo darnos cuenta de que el nudo que supuestamente nos amarraba es sólo parte del movimiento infinito, del pulso gemelo del universo. Doblar una esquina y encontrarnos con la duda es sólo parte del andar; cruzar por una avenida y encontrarnos cada vez más solos es andar. Ser derrotados una y otra vez por un propósito es también desatar al cuerpo.
Lo desconocido permanece desconocido sólo mientras se acepte el trato con el inquisidor, mientras se acepte el pago y el ofrecimiento de quien se posa sobre el me, mi, ti, te, mío, mía, tuya, tuyo, y sobre todo quien se apodera de las transformaciones para esconderlas en un rincón, sobre todo quien se apropia una metáfora haciendo creer que es obra de la imagen de si.
viernes, 19 de octubre de 2007
Desatar
miércoles, 10 de octubre de 2007
Esta vieja ciudad
Esta vieja ciudad que me nace,
Anoche nos vino a buscar,
Decidió al fin envolver su aire
Y dejarlo en un trapo junto a su herida.
Decidió recobrar los recuerdos ensuciados
Y lavarlos con el agua, la cadencia del olimpo
Esta ciudad abrió sus ojos perdidos y mezcló sus lágrimas en el barro
Rasgó sus calles para dejarnos entrar en su pequeño cuarto de cruz;
Nos tomó de sus serpientes enrolladas,
Y por fin nos desvistió.
Alzó sus farolas para reunirnos abrazando el frío,
Y enloqueció nuestro canto;
Lo desentendió de su cordura,
Burló sus ataduras hasta desaparecer,
Haciéndonos beber hasta la última gota,
El último cáliz aciago del desatino.
Luego diste luz a tu propia verdad,
Quitando el velo a la enfermedad y la miseria,
Luego de tener el fuego en tu regazo, caíste en cuenta vieja ciudad,
Luego que saboreaste el veneno que esparcía por tus venas la ilusión,
Adormeciendo lentamente tu osadía;
Caíste en cuenta mientras te violaban,
Mientras veneraban la sombra desde un escenario baldío
Y con cascabeles azuzaban al dios del olvido.
Entonces lloraste por no saber,
Lloramos juntos por todas nuestras muertes vivas,
Por haber dejado nuestra sangre a la deriva
Para luego ser devorada por el captor;
Lloramos en silencio mirando el mundo oscurecer y dijimos nunca más,
Hicimos el pacto que ahora nos nace,
Y que esta noche nos vino a buscar.
lunes, 1 de octubre de 2007
Error en el sistema
martes, 25 de septiembre de 2007
El mundo dormido
El mundo dormido esconde su corazón frente a los ojos de su miseria, empuña su guadaña para cortar cada brote que le hace recordar la posibilidad de descubrir su propia libertad.
El mundo dormido busca poder, porque para el mundo dormido, el poder es su posibilidad de que nada ni nadie cuestione su miedo y su morbosa fijación por su propia imagen.
El mundo dormido se persigue a si mismo y se aniquila cada vez que festina su propio triunfo; se autodestruye constantemente porque su victoria sobre el otro, no es más que la celebración permanente de que ha escapado una vez más del enfrentamiento contra su propia realidad.
La guerra del mundo dormido es sólo una excusa más que justifica y reafirma la ilusión fantasmagórica en la cual vive; la realidad es que mientras siga creyendo que esta despierto, continuará buscando formas para hacer más cómoda su cárcel y más soportables sus cadenas.
miércoles, 19 de septiembre de 2007
Un espacio sagrado
Un espacio sagrado es vivencia del presente cuando un soplo enérgico llega a remecer los cimientos de la razón. Justo en el momento preciso, derriba lo innecesario, barre con las trampas y nos reencausa hacia el propósito.
El espacio sagrado se gesta entre nosotros cada vez que aceptamos la invitación del acto comunicativo, aparece cada vez quebramos la ilusión de si, y juntos, logramos abrir la puerta que nos separa del infinito. Es reconocer nuestras limitaciones para luego hacerlas desaparecer, es tener permanente conciencia de nuestro egoísmo, nuestros temores e inseguridades, para así dar lucha a la persistente necedad de nuestro condicionamiento humano; es vernos en nuestra realidad para luego concebir otras, todas las que seamos capaces de imaginar.
El espacio sagrado es aquel destino que nos confronta cara a cara con todos los falsos convencimientos que nos hemos inventado a lo largo de nuestra vida. Es quien provoca el choque contra la fugacidad de las emociones, para luego transmutarlas, desprenderlas de sus expectativas y hacerlas parte del flujo imperecedero del ser.
El espacio sagrado es aquella partida que nos invita a quemarnos por dentro, es la renuncia verdadera e impersonal en pos del conocimiento, del encuentro. Es un lugar para sentirnos pequeños frente a la inmensidad, es la vereda ensoñada que nos hace vencer las barreras y limitaciones que la individualidad nos supone. Un espacio sagrado es un tiempo sin tiempo, es un comando de luces encendidas y palpitantes, es una constante para ser. El espacio sagrado hoy está abierto, un lugar sin límites se expande y se irriga por cada célula de nuestro cuerpo. El espacio sagrado está abierto, somos nosotros, siempre vive en los otros.
viernes, 7 de septiembre de 2007
Levántate
Levántate.
Levanta tu mirada por sobre la sombra que te ha dejado el olvido,
Recoge tu sueño más profundo y hazlo la línea que rasgue las paredes que se levantan frente a tus ojos cada vez que quieres liberarte.
Levántate, toma tus sentidos y deshace la realidad.
Concibe lo imposible en cada instante, resuelve lo indescifrable en solo un pestañear.
Salta, cae y deshójate,
Levántate una vez más para volver a nacer.
lunes, 27 de agosto de 2007
La voluntad del fuego
Intento llegar a alguna parte, mi mente intenta recordar, pero sólo aparecen fantasmas y escondites, refugios que ya no existen, pliegues de la memoria donde el miedo parece habitar.
Entonces llega el momento de las preguntas, pregunto quién realmente soy, dónde me están llevando mis pasos, pregunto por el sentido del existir, también pregunto si realmente se puede existir. Grito con todas mis fuerzas, pero sólo escucho el silbido del silencio, sólo la nada más cómplice de todas.
martes, 14 de agosto de 2007
Un ave se atrapa en nuestras manos
Un ave se atrapa en nuestras manos.
Conservar un secreto ya sabido es transformar nuestro hogar en laberinto, nuestros muebles en olvido y nuestro jardín en la sombra. Conservar un secreto no sabido es lo que nos impulsa a desprendernos de él.
Lo que está dado lo es en su propia revelación; la palabra deja su vestidura para convertirse en paloma al mismo tiempo que deja las manos que la impulsan.
lunes, 6 de agosto de 2007
El secreto de la nube
Pero el cielo conoce las razones y las configuraciones que hay detrás de todas las nubes, y tú también las conocerás cuando te eleves a la altura indispensable para ver más allá de los horizontes.
(Manual del mesías de todos llevamos en nuestro corazón)
miércoles, 25 de julio de 2007
La visita de la simpleza
Siempre que nos creemos despiertos y lúcidos, algo sucede para demostrarnos lo contrario, para mostrarnos que nuevamente nos estamos mordiendo la cola, que olvidamos una vez más que somos parte de un latido, del pulso de un planeta, de un gran sueño colectivo del que somos parte y unidad, intensidad y ciclo, pasos pequeños, besos humanos para la inmensidad.
Es entonces que notamos la presencia de simpleza, quien nos llama desde con cariño desde su hogar, esa vieja sabia en su edad que nos sonríe siempre paciente para darnos un golpecito y hacernos regresar.
martes, 17 de julio de 2007
Alegría de soledad
La inmensidad de los ojos sonrientes deja su huella en el andar lejano y desprendido.
Las estrellas se transforman siempre en mar faros que conducen ilusiones con antorchas de otros tiempos.
Caminamos solos al encontrar esa otra vida de ensueño que descubre tras la niebla un fruto ágape del alma.
Lo sabemos en su transparencia.
Desde la sencillez de un ave errante hasta la noche de los oídos.
En una lágrima madrugar, el fluir de sus puertas que se abren.
En su callar.
Lo sabemos aunque no recordemos y creamos no saber.
jueves, 5 de julio de 2007
La fibra del conocimiento siempre está a nuestro alcance
lunes, 25 de junio de 2007
Praxis
La raíz de nuestro conocimiento reside en el Ser. Mientras nuestro pensamiento se deshace en eternas cavilaciones, dudas, especulaciones e ideas, el Ser actúa. Actúa implacablemente, llevando consigo impersonal y avasalladora fuerza. El Ser es pragmatismo puro. Es sabio porque recoge frutos de su experiencia; es sabio porque reconoce que el universo es infinitamente mayor a su siempre humilde percepción; es sabio porque se permite equivocar, sin recriminaciones violentas e humillaciones.
Fuerzas gemelas habitan nuestro interior fundiéndose en el girar de una rueda. Fuerzas gemelas habitan un silencioso templo de suave penumbra, con tenues velas encendidas. Fuerzas gemelas evocan el presente, y junto con él, un llamado directo a nuestro corazón, un llamado de no-tiempo, un llamado de Ser.
Miria Suebo.
miércoles, 13 de junio de 2007
Intentar el infinito
martes, 5 de junio de 2007
Un infinito perdido en el silencio
Un infinito perdido en el silencio
Encontré al salir de esa ventana,
En un certero y dulce abismo caí,
Si querer caí, pero queriéndolo como nada.
Despertar en un surco, una isla de papalotes chispeantes,
Sumergir la escarcha en una taza de delirio;
Clavar el ojo, el trueno al andar con lápices y colores,
Desafiarlo desde la línea rodante hasta las alas del ombligo.
Regresar al que pasaba soplando, avisando a los que tocase,
A aquel cautivo que cada corazón palpase el silbido del camino;
Sumergir día a día sus pasajes como galletas y sombras en entrañas del ave,
Para hacer brotar al fulgor en un trapo de nada, y hacer reír de noche, noche azul oscuro al destino.
Huellas que dejaron dormidas tanta fibra doble, cuanto remo amar,
Que ha desaparecido los bolsillos en un toque y abrazo de muerte,
Entre flores y cicatrices de una partida, amarillas de sol por cubo de suerte.
De letra caída, sangre carmesí,
Un universo que hizo soltar amarras,
Hizo poema y frenesí.
miércoles, 30 de mayo de 2007
Enfrentando realidad
Nunca lo sabemos, nunca. Aunque creamos constantemente estar frente a lo que creemos por realidad, aunque esto se deshaga en nuestras manos, aunque se vuelva a armar, aunque lo veamos, aunque no lo veamos, aunque nos de tristeza, aunque nos de alegría, certeza o realidad. No lo sabemos, no vamos a ninguna parte. Y es ese no saber el que nos compele a elegir inevitablemente qué hacer con lo que tenemos en frente. Sí, con lo que está frente a nosotros en estos momentos; qué hacer con el ahora, no con el más tarde o con el mañana, sino con ese molesto ahora que la mayoría de las veces no queremos afrontar porque nos consideramos demasiado pequeños, demasiado sucios, demasiado ignorantes, demasiado poco impecables, demasiado incapaces. Sin embargo, la elección es irreprochablemente inaplazable, en tanto elegimos helarnos y quedarnos paralizados, o dejarnos caminar por el camino.
La batalla no es para el día en que logremos deshacernos de las cadenas de nuestra imagen de sí, tampoco lo es para el momento en que nos entreguen un diploma que nos acredite como guerreros, es siempre hoy, con toda nuestra infinita pequeñez.
Es aquí la dualidad del miedo: O te amarra o te expulsa.
martes, 22 de mayo de 2007
Somos el ahora
viernes, 23 de marzo de 2007
El olvido del ciclo: La gran estrategia del Yo que aún no nacía
Habiendo el humano comprendido el funcionamiento algunos elementos del mundo que lo rodeaba, comenzó a desarrollar sus habilidades. Notó que podía encontrar mejor manera de hacer sus tareas y cumplir sus necesidades; descubrió la existencia de herramientas que lo ayudaron su cometido. El humano, que en ese entonces se comunicaba con su entorno, se valió de esta naturaleza para crear vida: Descubrió la presencia del ciclo en otros seres que compartían su ecosistema: De las plantas y de los animales se valió, y encontró formas de manipularlos para su bien. Sembró y cosechó, crió y se alimentó. Y así, de la mano de la naturaleza, se multiplicó y pobló el planeta entero, utilizando su conocimiento para adaptarse a las condiciones que el planeta les ofrecía.
Poco a poco, notó el humano que tenía capacidad para sistematizar su conocimiento, y por ende, también las formas de manipular el ciclo. Debía experimentar, debía conocer los límites de su conocimiento y su aprendizaje. Entonces notó que la naturaleza era un gran campo de experimentación, y pese a saber que no tenía necesidad de hacerlo, ya que sus necesidades estaban cubiertas por completo, se dejó llevar por una extraña voz, que lo instaba insistentemente, lo alentaba a seguir su cometido. Quiso llegar más lejos, quiso conocer el límite, quiso poder y el poder era esa voz; quiso poder más que cualquier otra cosa del mundo. La voz se hizo clara. Fue la primera grieta de una gran herida.
Siguió el humano en su afán, continúo saciando la sed irrefrenable de poder, y a medida que esta avanzaba, crecía el olvido. Avanzó en su manipulación, y junto con esto obtuvo más poder. Así, el espacio comenzó a llenarse de ideas y conceptos; ideas que apoyaran sus planes de crecimiento, y conceptos que sostuvieran su creación, que pudieran darle “forma humana” a este poder tan apreciado. Sin quererlo, este fue el nuevo gran proyecto del humano.
El ciclo se alejaba poco a poco de la vida del ser, y para el humano, ya no servía como anclaje en la vida, era sólo un agregado, una variable dentro de muchas. Esta fue la conclusión del humano: Nada que pudiese controlarse podría ser pilar fundamental de la vida, siempre lo sería algo incomprensible, así el límite sería infinito.
Hubo cambios en la vida del humano. Como se buscaba algo más firme, se comenzó a trazar otra serie de lineamientos, donde la búsqueda del poder fue el eje fundamental del nuevo proyecto. En su nuevo ascenso, esta fuerza creciente hizo sentir su presencia en la vida de la mujer y el hombre, y entregó una nueva predilección, tan embriagadora como la más fuerte hidromiel: descubrió el humano la dominación, la jerarquía. Porque había dominado a la naturaleza, el humano se ubicó en lo más alto de su nuevo invento, más cerca de Dios; tan cerca que pretendió serlo.
El ciclo, siempre paciente y sabio, vio que el humano estaba ya muy lejos, perdido en los linderos de su importancia: fue entonces cuando envió constantes recordatorios a través de muchos mensajeros para que el ser volviera a acordar, retornar y sentir la presencia de la armonía cósmica. Pese a las muchas advertencias, el humano que estaba ya muy avanzado en su amnesia, hizo que su delirio de grandeza lo llevara a considerar los recordatorios del ciclo como desafíos para probar y aumentar su poder, lo llevó a destruir. La herida comenzaba a sangrar profusamente.
Luego de un tiempo, el humano logró concretar su ansiado proyecto: El poder logró tomar forma y personalidad; fueron estos, los albores del diálogo interior, momentos donde el poder se hizo igual en categoría al humano. Sin embargo, ambos ansiaban más. El poder, que aprendió a pensar como humano, fue astuto y generoso en su deseo: le hizo muchos regalos al hombre y a la mujer para complacerlos, les dio victoria, y con esto, hambre de más. Debía el poder evolucionar más aún. Así, logró su primer gran triunfo: hacer sentir importante al humano, darle valor a sus logros, que a esa altura ya eran muy eran considerables, logró inyectar la droga. El humano por su parte, continuó alimentando al poder con los mismos logros que el poder le mostraba. La relación seguía siendo exitosa.
El humano ya adicto sintió dependencia, sintió que nada era suficiente y comenzó a protestar. Comenzaba así el distanciamiento y la batalla. Necesitó el poder de artilugios para dormir al humano, y así, trabajar tranquilamente en su plan. Por su parte, también el humano buscó su métodos de engaño. Fue entonces la época de las pruebas. Una tras otra, enemigo tras otro, el humano y el poder se desafiaban y se vencían. Pasaron los ciclos sin que los enemigos lo notaran; y así fue, en un instante vacío e inconsciente, cuando llegó quien acertó un golpe de gracia: El poder, que sabía con certeza que la ira, el odio y la venganza estaban enterrados como una gran espina en la vida humana, esperó pacientemente que el hombre y la mujer durmieran. Llegado el momento, con sigilo ubicó un espejo frente a su vista y esperó lo inevitable.
La sangre que estaba derramada en el piso, hizo que el olvido llenara todo el espacio del ser.
viernes, 16 de marzo de 2007
Una esperanza de transformación
-Estoy muy ocupado, le respondo. Ven más tarde.
Ni siquiera levanto la mirada para ver quien es. Estoy cegado, mis sentidos están dormidos, algo está pasando conmigo, algo me pasa. Algo me tiene atado, pero no puedo verlo.
Nuevamente se escuchan los llamados.
-¿Quién será ahora?, ¿Acaso no se da cuenta de que mi tiempo es muy importante?.
Me siento irritado, molesto, confundido. Siento que mi vida es arrastrada por una corriente; me lleva de un lado a otro, me estira, me hunde y me deja en soledad. Mis emociones se tornan difusas: en algunos momentos siento profundo desagrado por la vida, por quienes me rodean, por el mundo en que me tocó estar. En estos momentos siento desagrado porque me interrumpen, pero también siento algo distinto en esta irrupción. Tiene algo que me atrae, algo nuevo. Siento curiosidad por saber quién está detrás de la puerta, sin embargo, esta se apaga rápidamente en un habitual arranque de impaciencia.
Sin embargo, la puerta no deja de sonar.
-!Necesito estar tranquilo!, !No moleste!. ¡No tengo tiempo!.
He intentado perseguir al tiempo, he buscado la forma de hallarlo y poder descansar. Mi vida ha sido una incansable búsqueda: busco un espacio de tranquilidad, un instante donde sentirme despierto y vivo. Quisiera reencontrar mis sentidos y saber que respiro cuando respiro, que oigo cuando oigo y también que veo cuando veo. Estoy triste porque no lo puedo encontrar. Cada vez que llego a un lugar preguntando por el tiempo, llegan hacia mí las mismas respuestas: Ya se ha ido, No está aquí, Has llegado tarde.
El ciclo vital
Sabemos con certeza inmaterial, que en el origen de la humanidad, el tiempo no existía como tal: era sólo parte del éter que esperaba por hacerse tangible en el transcurrir de la historia. El tiempo no existía, por lo menos, no existía ni como idea ni como concepto. Era el espacio un misterio por conocer, y también el vacío, un principio de libertad. Era entonces cuando el ser humano disponía de su existencia en forma totalmente instintiva, obraba y actuaba según verdadera necesidad. Alimentarse, reproducirse y cobijarse, eran parte del itinerario de la vida humana, y el humano vivía en comunión con la naturaleza, y el humano era la naturaleza. En aquel presente, el arcano ciclo planetario de la tierra, dictaba ordenanza respecto a la naturaleza orgánica e inorgánica de su ser, y este orden, sabio y armónico, hacía que la vida también lo fuera. De esta forma, como el humano también era ala de la naturaleza, gozaba de la misma armonía. Vivía el humano pleno, porque la necesidad tampoco existía, la necesidad era vivir, la vida era siempre presente; era el humano música y viento, era sus sentidos y su respiro, su vida y también su muerte; era el ciclo, y en el ciclo no hay necesidad, porque en el ciclo, todos los círculos nacen y terminan su trazado.
Es sabiduría del ciclo la naturaleza.
Es naturaleza de la sabiduría el ciclo.
Es ciclo de la naturaleza la sabiduría.
Es sabiduría de la naturaleza el ciclo.
Es naturaleza del ciclo la sabiduría.
Es ciclo de la sabiduría la naturaleza.