lunes, 27 de octubre de 2008

Suceder


Ni la felicidad ni el amor son estados alcanzables o manejables por méritos o por acciones supuestamente dirigidas; más bien creo que esto se trata de un sueño, abrazarnos y simplemente vislumbrar la infinita posibilidad que nos ofrece el acto de otredad, que no tiene nada que ver con lo sagrado ni con lo profano, ni tampoco con la parcialidad.
De ahí que la ilusión desaparece llevándose consigo el conflicto, y al retirarse, ya no hay nada que evitar, tampoco hay nada que buscar, ya no existe ningún control que sostener y sólo queda dejar que sucedamos en el propósito de libertad que aúna una partida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizás antes, cuando los seres humanos no estabamos llenos hasta el hartazgo de intentos de trascendencias entonces quizás, y sólo quizás, la felicidad o el amor podrían haber sido incluso fines posibles para cada creatura. Pero... ¿cómo se concebiría el amor y la felicidad en aquel tiempo circular? Seguramente de un modo muy, pero muy diferente al de ahora.

Me hiciste meditar sobre el hecho de la significación con el "otro". Generalmente me estoy preguntando sobre el papel que cumplimos todos como un alrededor en conjunto y que sin embargo tiene mucho de subjetivación. Como dices tú, no agregándole a algo un dignificado sagrado ni profano, sino dejándolo ser fuera de las percepciones que tenemos tan arraigadas, entonces los entes -o más bien el ser de los entes- se nos muestran como cristalinos (no pongamos acá un simbolismo bueno o malo por ser cristalino)y sin filtros valóricos de ninguna clase. Es como... dejar de buscar y comenzar a observar en un plano mucho mayor.

Gracias por tu comentario Amaro, me hizo mucho sentido, y me pareció muy bello.

Anónimo dijo...

Hoy vuelvo de compras y veo a la Kuro jugando con la polilla gigantemente mutante que apareció ayer: estaba agonizando, o quizás no... no sé. La cuestión es que sus patitas se movían delicadamente.
¿El conocimiento racional está agonizando?

Mejor callar, y caer en la cuenta.
"Pegarse un palo", diría un amigo.

isis de la noche dijo...

Dejar que sucedamos..

qué bonito.. Pues aprendemos a fluir con la vida a medida que nos abrimos al amor.. y eso implica dejar el egoísmo, en todas sus formas; entre otras, a vencer nuestra importancia personal, creyendo que todo tiene un propósito..

Al fin y al cabo, este planetita es donde nos forjamos, donde aprendemos a ser libres, donde despertamos..

Gracias por tu visita, un abrazo ;)