martes, 25 de septiembre de 2007

El mundo dormido


El mundo dormido tapa con barro las heridas del ave, las cubre junto a la cobardía ancestral que ha heredado hace siglos, la cobardía de enfrentarse a sus propias cadenas y no saber qué hacer sin ellas.
El mundo dormido esconde su corazón frente a los ojos de su miseria, empuña su guadaña para cortar cada brote que le hace recordar la posibilidad de descubrir su propia libertad.
El mundo dormido busca poder, porque para el mundo dormido, el poder es su posibilidad de que nada ni nadie cuestione su miedo y su morbosa fijación por su propia imagen.
El mundo dormido se persigue a si mismo y se aniquila cada vez que festina su propio triunfo; se autodestruye constantemente porque su victoria sobre el otro, no es más que la celebración permanente de que ha escapado una vez más del enfrentamiento contra su propia realidad.
La guerra del mundo dormido es sólo una excusa más que justifica y reafirma la ilusión fantasmagórica en la cual vive; la realidad es que mientras siga creyendo que esta despierto, continuará buscando formas para hacer más cómoda su cárcel y más soportables sus cadenas.


miércoles, 19 de septiembre de 2007

Un espacio sagrado


Un espacio sagrado es el vórtice que se vive en la simpleza de un encuentro casual, es la insospechada sonrisa que encontramos al caminar, es la inocencia mágica del silencio y también, es la contemplación y el permanente asombro que el misterio interminable del planeta nos ofrece al caminar.

Un espacio sagrado es vivencia del presente cuando un soplo enérgico llega a remecer los cimientos de la razón. Justo en el momento preciso, derriba lo innecesario, barre con las trampas y nos reencausa hacia el propósito.

El espacio sagrado se gesta entre nosotros cada vez que aceptamos la invitación del acto comunicativo, aparece cada vez quebramos la ilusión de si, y juntos, logramos abrir la puerta que nos separa del infinito. Es reconocer nuestras limitaciones para luego hacerlas desaparecer, es tener permanente conciencia de nuestro egoísmo, nuestros temores e inseguridades, para así dar lucha a la persistente necedad de nuestro condicionamiento humano; es vernos en nuestra realidad para luego concebir otras, todas las que seamos capaces de imaginar.

El espacio sagrado es aquel destino que nos confronta cara a cara con todos los falsos convencimientos que nos hemos inventado a lo largo de nuestra vida. Es quien provoca el choque contra la fugacidad de las emociones, para luego transmutarlas, desprenderlas de sus expectativas y hacerlas parte del flujo imperecedero del ser.

El espacio sagrado es aquella partida que nos invita a quemarnos por dentro, es la renuncia verdadera e impersonal en pos del conocimiento, del encuentro. Es un lugar para sentirnos pequeños frente a la inmensidad, es la vereda ensoñada que nos hace vencer las barreras y limitaciones que la individualidad nos supone. Un espacio sagrado es un tiempo sin tiempo, es un comando de luces encendidas y palpitantes, es una constante para ser. El espacio sagrado hoy está abierto, un lugar sin límites se expande y se irriga por cada célula de nuestro cuerpo. El espacio sagrado está abierto, somos nosotros, siempre vive en los otros.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Levántate


Levántate.
Levanta tu mirada por sobre la sombra que te ha dejado el olvido,
Recoge tu sueño más profundo y hazlo la línea que rasgue las paredes que se levantan frente a tus ojos cada vez que quieres liberarte.
Levántate, toma tus sentidos y deshace la realidad.
Concibe lo imposible en cada instante, resuelve lo indescifrable en solo un pestañear.
Salta, cae y deshójate,

Levántate una vez más para volver a nacer.